viernes, enero 06, 2006

Ella tenía muchos nombres;

los cambiaba con la tierra que pisaba en las tardes (es que eso de empezar la vida con la mañana no le iba bien). Andaba en desorden, mirando un poco en el mar, un poco en el este (no importaba la hora) y a veces se quejaba, no mucho en realidad, de la falta de un susurro imperceptible de la brisa, así como lo escribían en los cuentos.

De día se ajustaba lo major que podía, como todo el mundo. Iba al trabajo (se tomaba un café con demasiada azúcar, aquello era atroz) y en general se diría que cumplía sus deberes. Claro que a veces también se distraía en esas horas serias, más que todo pensando en sus pájaros. Es que tenía muchísimos, sólo que siempre se le olvidaba en qué ramas los iba dejando colgados (pero sabía que andaban por ahí, no hay duda).

De noche la cosa cambiaba de color, y no lo digo porque el cielo se volviera negro o todas las sombras se juntaran encima de las cosas y no debajo de ellas como se sabe que pasa en el día, sino porque con su libertad, Ella perdía también ese mucho de magia que hace que todos la extrañemos tanto en esta esquina del mundo.

Así, casi bonita como era (y digo casi), no había quién pudiera cambiar la cosa esa de su ánimo triste cosido en los zapatos o en los ojos (los que la quisimos nunca nos pusimos de acuerdo en eso) y lo malo es que esto también pasaba en el día (la verdad es que sí importaba la hora). Alguna vez, a fuerza de tanto molestarla, Ella dijo que no comprenderíamos y que no quería hablar más (es que los secretos tienen unos nombres muy largos).

Y bueno, yo no la volví a ver más después de cierta tarde más o menos igual a las otras de esta piquiña de no saber, excepto que esa vez no vino. Nosotros no sabíamos qué pensar. Habría encontrado algún charco suelto y querría devolverlo al cielo, se habría ido a vivir con alguno de sus pájaros, quién sabe. Lo que soy yo, me la imagino por ahí, buscando algún árbol con un hoyo muy grande (como a la altura de su boca) al que le debe estar contando todos, toditos sus secretos.

5 Comments:

Blogger El "Dulzor de Ostras" said...

También ELLOS tienen muchos nombres!!!

Qué bonito escribe Usted.

11:57 a. m.  
Blogger Nidesca said...

Hermoso, triste y sentido.
Con unas imágenes de quitarse el sombrero.
Un texto para releer.
Saludos desde esta esquina del mundo.

4:52 a. m.  
Blogger RODOLFO GAINZA said...

Quizás su confidente no sea un árbol, quizás le cuente sus secretos a un poeta, uno de esos poetas despistados que olvidan lo que se les ha confidenciado. Talvez le ha contado de ti, y el poeta te visite, convertido en un pájaro de colores.

Saludos desde el último rincón del mundo

11:44 a. m.  
Blogger Fedosy Santaella said...

USTED TAMBIEN GOZA DEL ARTE DE LA PALABRA... LO DE LOS PAJAROS... LO DEL ANIMO TRISTE COSIDO A LOS ZAPATOS... ME RECORDO A MI ABEL ESCONDIDO AL FONDO DE MIS ZAPATOS... SEGUIMOS EN LA LECTURA...

1:56 a. m.  
Blogger mestizo (Rodolfo Gaínza) said...

Es interesante tener muchos nombres. Es necesario reinventarse cada día, cada segundo en este mundo de incertidumbre y caducidad.
Hasta la amenaza a la Tierra nos obliga a estar atentos.

Un excelente escrito, que por su riqueza, permite múltiples interpretaciones.

Saludos. (te invito a visitarme)

2:15 a. m.  

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