domingo, febrero 26, 2006

Soñé con perlas negras

desperdigadas en la capota de un carro blanco. Soñé llorar por hijos que no eran míos pero estaban en mis brazos con la boca muy abierta, como pájaros que tienen hambre y esperan. Soñé con algo de reproche que se desvanecía, como siempre debe ocurrir con esta clase de cosas.

Esta mañana me he decidido a descolgar el vestido rojo de esa pared frente a mi cama. Anoche, creo, la oscuridad me hizo un poco más cobarde de lo que soy con cara al sol, y elegí el insomnio y el infierno onírico de mi cansancio. ¿Cómo, de noche, iba a enfrentar semejante trabajo?

Desnuda, tibia, me levanté a tientas de la cama, una con el vago amanecer afuera. Eso fue hoy. Y descolgué el vestido. El alba ha sido más o menos lo mismo después de aquella noche, y el cuarto ha sido el mismo, y yo he sido la misma, también más o menos… ¿por qué el cambio severo justamente anoche? No había llluvia ni luna llena ni perros ladrando a las sombras para avisar lo que se me venía encima….

Ahora no sé si hice bien. Todavía quedan unas grietas mínimas en la pared, en el mismo lugar, muy frescas para preocuparme por más perlas o más niños o más reproches a futuro. Lo digo como quien dice que el futuro no está en esta misma noche y por ahora no necesito resolver el asunto. La cuestión es lo de esta mañana, el gesto simple de haber descolgado el vestido: en verdad tengo la certeza de que es el reclamo de su seda lo que me perturba.

lunes, febrero 20, 2006

Finalmente he aprendido

mis lecciones y me siento a sembrar la tierra con agua y semillas. Me hago Magdalena por un momento y derramo el cabello sobre mis propios brazos cansados, llenos de polvo. No traigo aceites conmigo; apenas un sudor de sal que muere en mi cuerpo sediento de sí mismo.

Todavía no me acostumbro a la densidad de esta alquimia vieja que a nadie asombra a estas alturas; tengo manos torpes para el trabajo duro y creo que haría mejor intentando con los ojos cerrados, o el ombligo puesto en todo caso, por aquello de los nacimientos, el polvo, el final de la materia.

Intuyo que no es fácil esta cuestión de los milagros.

La orilla de la tarde está aquí, me encuentra caminando entre caracolas y algunas piedras albinas (estas las siembro en la ventana). Sin embargo de ellas no viene gran cosa,excepto arena y eco del mar, que ya se sabe, no significa mucho en estos días. ¿Cuál es, en verdad, mi espera?

Cada tanto me asomo de nuevo a la tierra, pero de ella sólo viene algo de aroma y sed. Otra vez mis manos torpes pelean amorosamente con un fuego que no entiendo y no termina: consume la tierra y todo cuanto la toca o escucha.

He aprendido mis lecciones. Ignoro que la playa se hace más amplia ahora que es noche sola y me digo que lo que necesito es beber un poco de salvia; no desde esta siembra ordinaria de mis manos, sino dentro de un árbol, a través de sus venas no andadas por el hombre, hasta llegar a la propia raíz de mi cuerpo: entonces veré los frutos.

domingo, febrero 19, 2006

A veces quisiera contarte

miércoles, febrero 15, 2006

Tanka

*La forma tradicional consta de cinco versos de 5-7-5-7-7 sílabas. Un tanka puede ser un texto, dividido en cinco partes, usando treinta y una sílabas o menos, permitiendo que fluya la prosa poética dictando la longitud de las líneas que quedarán separadas por signos de puntuación. (La disposición de las sílabas puede ser irregular pero siempre conservando el mismo número de versos) El invitado escogerá la unidad ritmica que desee.

*El invitado iniciará su composición con la frase "pivote" del participante anterior, quien deberá resaltarla con cursivas y en color rojo.

*Debe existir el concepto de ‘pivote’, o eje del poema: en algún punto en la tercera línea va a existir una imagen que relaciona o liga las dos primeras líneas con las dos últimas.

*El tema será libre.

Gracias a Rodolfo:

El triste beso
de la cruel despedida
al decir adiós
a un amor verdadero
nos traerá de vuelta

Escribo esto:

al decir adiós
regreso amorosa
a mis fantasmas
me duermo en la sombra
como huyendo del alba

No lo paso porque no sé por dónde va la cosa después de una semana desconectada, sorry... yo no más estaba haciendo mi tarea. :-/

miércoles, febrero 08, 2006

Cosas que nos (me) hacen inmensamente feliz

Cosas que nos (me) hacen inmensamente feliz:

Me lo pasó Rodolfo

1. Un baño larguísimo. Si estoy de malas, salgo de buenas. Y si estoy de buenas, pues… ¡salgo flotando!

2. Tardar en elegir cuidadosamente el libro que me llevo de la librería. Me encanta el olor de estos lugares. Me encanta sentir que nado entre páginas, que me quiero llevar todo, hasta que al final un libro “me llama”.

3. Cenar muy, muy despacio, mejor si es en medio de una buena conversación con alguien querido.

4. Caminar por la ciudad en el umbral de la tarde/noche.

5. Ver una película lenta, en especial si voy al cine sola (más feliz todavía si termino la sesión con el punto 4)

6. Cantar a viva voz..

7. Descubrir un tesoro literario.

Se lo paso a Rodolfo

domingo, febrero 05, 2006

Cinco hábitos raros

Me lo pasó Rodolfo

Mis cinco (son más) hábitos raros:

1. El agua. Almaceno más de la que en realidad alcanzo a tomarme. Sin contar las que pierdo, tengo botellitas a medio llenar regadas en la oficina, en el carro, en la casa, en las carteras... Me llevo el vaso de agua a la mesa de noche, pero nunca me la tomo.

2. Tengo docenas de libreticas y cuadernitos y en vez de irlos llenando uno por uno hasta terminarlo y pasar al siguiente, voy escribiendo en todos al mismo tiempo. Tengo algunos sin estrenar, y aún así, voy y compro más.

3. No uso champú.

4. No piso las alcantarillas. Voy por la calle, serpenteo como loca, me gano miradas feas y todo lo demás, pero ni a palo las piso. Las de tapa sólida pasan, pero las de rejilla... nooo!

5.Si la casa/cuarto/escritorio no está ordenado, no puedo escribir. Las ideas no me fluyen, no sé. Así que me paso una hora recogiendo esto y aquello para al final sentarme a escribir. A veces me pasa que cuando agarro el lápiz ya se me fue la musa en el trasteo :-(

Se lo paso a Rodolfo.

jueves, febrero 02, 2006

la noche espera con frutas en la mesa

y licor en las fuentes

le da lo mismo el vacío de luna

yo en cambio
no soy como la noche

en mí el perfume anda a paso apresurado

eso de la calma no es fruto que crece,
al menos no en mis entrañas

a mí la luna me falta
a mí esta negrura me ahuyenta
y beso bocas como si las buscara

¿hay algo en mí que florezca?

yo no quiero más este oro insomne

este cuerpo que no cesa

siendo la madrugada tan oscura